martes, 16 de enero de 2007

La notificación voluntaria infravalora el número y gravedad de los incidentes asistenciales

Cuando de seguridad de los pacientes se trata, Reino Unido se convierte en una referencia inexcusable, al menos por capacidad de iniciativa y experiencia. En efecto, ya en 1995 se establecieron criterios comunes sobre gestión de riesgos a nivel nacional, de manera que a partir de ese año la mayoría de los hospitales del National Health Service (NHS) pusieron en marcha sistemas de notificación como parte de su programa de gestión de riesgos, informes que se incorporaban a una base de datos del propio centro. En 2003 la National Patient Safety Agency dio un paso más al desarrollar un sistema de notificación y aprendizaje de ámbito estatal, que recopila los informes procedentes de toda los hospitales público. El objetivo era claro: ampliar la base de información y homegeneizarla para identificar una muestra representativa de los principales indicentes, sus causas, factores asociados, evitabilidad e impacto.

Estos sistemas de notificación se refieren a incidentes, es decir, todo evento no deseado causado por un agente asistencial que provoca o podría haber provocado un daño. Los sistemas de notificación voluntaria se adoptan porque el profesional sanitario es, en principio, la fuente más fiable y ágil en la medida en que asiste a la aparición del problema. En este sentido, se considera que es un sistema más eficaz -y desde luego más barato- que la otra metodología tradicional para la deteccion de problemas asistenciales: la revisión de historias clínicas. Sin embargo, un estudio publicado en el último número del British Medical Journal revela que a la notificación voluntaria se le escapan una proporción alarmante de incidentes y no precisamente por tratarse de problemas leves.

El estudio, dirigido por Ali Baba-Akbari Sari, investigador del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de York, fue realizado en 2005 y se centró en uno de los hospitales públicos que más informes aporta a la base de datos de ámbito estatal. Sari y sus colegas seleccionaron aleatoriamente una muestra de 1006 ingresos (de más de 24 horas) entre enero y mayo de 2004 y que afectaban a ocho especialidades: cirugía, urología, traumatología, medicina general, geriatría, oncología, otorrinolaringología y oftalmología. El estudio consistió en una revisión de las historias clínicas (realizada en dos fases para evitar falsos negativos) para extraer el número de incidentes y compararlo con el obtenido, de esas mismas historias, por el sistema de notificación voluntaria.

La evaluación de las 1006 historias clínicas arrojó un total de 324 incidentes que, cuando menos, comprometían la seguridad del paciente: la revisión de historias clínicas detectó, de entrada, el 93 por ciento de ellos (303 casos), pero sólo 54 (el 17% del total) habían sido notificados. De los 324 eventos detectados, 136 (el 42%) provocaron un daño al paciente: todos fueron localizados por la evaluación de historias, pero sólo 6 (el 5%) por el sistema de notificación. Los 21 problemas que escaparon a la revisión de expedientes clínicos eran menores, mientras que los 130 que el sistema de notificación voluntaria omitió resultaron en un daño.

Se podría pensar que la baja tasa de detección es un problema específico del centro analizado, presumiblemente afectado por una cultura de seguridad del paciente comparativamente baja. Sin embargo, las cifras y tipos de problemas notificados por este hospital coinciden básicamente con los resultados de una evaluación de 230 centros del NHS publicada por la National Patient Safety Agency en 2005, lo que hace pensar a los autores que los resultados del estudio son generalizables. Aunque el estudio no abordó las causas de la baja operatividad del sistema, los autores apuntan como más probables a las enunciadas por la literatura científica más reciente: falta de formación, problemas de tiempo, temor a la culpabilización, la sanción o a una eventual demanda, así como que los procesos de notificación instaurados no suscitan la adhesión de los profesionales.

La conclusión de Sari y sus colegas es clara: si el objetivo es la mejora de la calidad asistencial a partir del análisis de datos, la revisión periódica de historias clínicas debe instaurarse como metodología en todos los centros.

El estudio publicado esta semana no estará exento de influencia ni debate político, pues el pasado mes de julio el House of Commons Committee of Public Accounts emitió un informe crítico respecto a la fiabilidad de los datos manejados por la National Patient Safety Agency -que cuenta con un presupuesto de 35 millones de libras anuales- y la eficacia de su labor.

Más información:

- Texto íntegro del estudio Sensitivity of routine system for reporting patient safety incidents in an NHS hospital: retrospective patient case note review (BMJ 2007;334:79)
- Informe del House of Commons Committee of Public Accounts. A safer place for patients: learning to improve patient safety . London: Stationery Office, July 2006.